En el mundo de los videojuegos, existe un tema que ha generado mucha polémica en los últimos años: las reproducciones y falsificaciones, también conocidas como “repros”. Estas son copias no autorizadas de videojuegos, creadas sin licencia y sin pagar derechos a las compañías originales. Si bien algunas personas utilizan el término “repro” para referirse a falsificaciones que son diferentes al original o que nunca existieron en formato físico, la mayoría coincide en que se trata de un producto fabricado sin permiso.
Históricamente, las reproducciones se asociaron con el mercado de las consolas Neo Geo de SNK. En aquel entonces, se llamaban “conversiones”, y consistían en tomar un juego original de consola y reemplazar sus memorias por las de la versión arcade MVS (que era más barata). Sin embargo, este proceso implicaba destruir dos juegos originales para crear uno falso. Con el tiempo, este fenómeno se extendió a otras consolas retro, como Super Nintendo, donde las reproducciones se popularizaron.
El aspecto técnico y creativo de desarrollar reproducciones puede resultar interesante desde el punto de vista de la programación y el cacharreo, lo que ha contribuido a su popularidad en ciertos círculos de entusiastas. Sin embargo, desde una perspectiva jugable o coleccionable, muchos cuestionan su valor real. Los videojuegos son arte digital, y el arte de un videojuego radica en su contenido digital, no en la caja, el manual o los extras físicos.
En cuanto al aspecto coleccionable, el valor de las reproducciones es prácticamente nulo, ya que pueden fabricarse en cualquier momento y no son raras ni exclusivas. Además, la promoción de la venta de reproducciones puede alimentar la economía sumergida y la piratería, engañando a otros compradores al hacer pasar productos falsos por originales.
Algunas personas pueden ver las reproducciones como una forma económica de adquirir juegos que no se pueden permitir comprar originales, pero existen otras opciones más interesantes, como adquirir versiones originales más económicas o coleccionar cartuchos sueltos originales.
Es esencial distinguir entre el coleccionismo y la acumulación de material para aparentar ser un “coleccionista”. Los videojuegos están diseñados para ser disfrutados jugándolos, y la verdadera experiencia y conocimiento se obtienen jugando, no coleccionando cajas y reproducciones.
Parece evidente que las reproducciones y falsificaciones de videojuegos pueden tener cierto atractivo técnico, pero desde una perspectiva ética, jugable y coleccionable, muchos argumentan que su valor es cuestionable. Si bien cada persona tiene sus preferencias y motivaciones, es esencial recordar que los juegos están diseñados para ser jugados y disfrutados, y no simplemente acumulados en una estantería para demostrar algo a los demás. El auténtico valor de un aficionado a los videojuegos reside en su pasión, conocimiento y experiencias dentro de este fascinante mundo.
